sábado, 18 de febrero de 2012

Crítica La mujer de Negro, by Miki Weasley Croft

Crítica La mujer de Negro
 
TÍTULO ORIGINAL
The Woman in Black
AÑO
2012
DURACIÓN
95 min.
PAÍS
Gran Bretaña
DIRECTOR
GUIÓN
Jane Goldman (Novela: Susan Hill)
MÚSICA
Marco Beltrami
FOTOGRAFÍA
Tim Maurice-Jones
REPARTO
PRODUCTORA
Alliance Atlantis Communications / Alliance Films / Hammer Film Productions
WEB OFICIAL
GÉNERO
SINOPSIS
El joven abogado Arthur Kipps se ve obligado a afrontar un nuevo encargo de su bufete tras varios años sin trabajar. En esta ocasión le envían a un lugar remoto para arreglar los papeles necesarios para poder vender la casa de un cliente que acaba de fallecer. Aparentemente es una gestión rutinaria, pero nada más pisar el pueblo se encuentra con varias dificultades por parte de los vecinos del pueblo, sobre todo por su impedimento a que acuda a la casa, la cual regenta una mujer de negro y que él ha visto, pero que nadie se atreve a admitir su existencia.


La mujer de Negro nos devuelve al actor Daniel Radcliffe, nuestro querido Harry Potter, pero muy inteligentemente en un registro muy diferente, pues esta vez da vida a un abogado viudo que debe hacer frente a un nuevo encargo por parte de su bufete para así poder ofrecerle una vida digna a su hijo pequeño.

Desgraciadamente para Daniel, nos encontramos con numerosas escenas que nos recuerdan mucho al mundo mágico del que proviene, así como el tren en el que viaja o sus problemas para abrir puertas, como el gesto de frustración continuado en su rostro.

Sin embargo podemos encontrar un registro muy frío, poco físico en cuestión de lucha, por lo que para algunos es una actuación poco agraciada del actor, pero que, para mi opinión, recrea a la perfección los traumas psicológicos con los que se encuentra el personaje y con los que lucha a lo largo de toda la cinta, pues el peso de la historia recae sobre el abogado Arthur Kipps, al que da vida Radcliffe. La verdad es que algo terrible le tiene que estar pasando por la cabeza al abogado para no salir pitando de la casa nada más sospechar que algo raro pasa allí. Pero si no, no tendríamos una cinta de 90 minutos, ¿no?

Aparentemente es una cinta de terror psicológico normal y corriente, puede que los “sustos” sean más que esperados, pero la ambientación de la escenografía, así como el acompañamiento de la banda sonora hacen que la película sea de las que te hagan pasar una hora y media de tensión continuada con un par de saltos acompañados con gritos. Si realmente te apetece pasar una tarde de tensión, sufriendo los contratiempos irremediados de un joven inexperto en cuestiones paranormales, ésta es tu película.

El trabajo de James Watkins se ve enorgullecido gracias a los expertos en fotografía, los cuales saben ambientar y diferenciar los mundos en los que se desarrolla la historia, marcando con tonos grises y lluviosos a los habitantes del pueblo, y con oscuros y tenebrosos negros las estancias de la casa. Se puede apreciar perfectamente el toque inglés en la ambientación, algo que agrada a la vista,  a su vez ayudado por los secundarios de la cinta que la engrandecen.

Cabe destacar el gran acierto del atrecho, pues los muñecos que atemorizan al joven abogado son lo que realmente hace que un escalofrío te recorra la espalda, y más aún sabiendo que son originales coleccionados por un anciano inglés que los cedió amablemente para la película. Eso sí que es tenebroso y no la idea de poder ver a un fantasma de negro en una casa encantada.

Por lo tanto, una cinta capaz de entretener a los que anhelan un poco de terror intrigante salpicado de los sustos típicos para adolescentes. Recomendada sobre todo para vivir una hora y media dentro de una casa repleta de recuerdos del siglo XIX, lo que realmente hace que esta cinta sea una imagen clara de la forma de vida inglesa de aquella época, obviando la historia de fantasmas, claro, la cual hace que te replantees algunas cosas al llegar a casa, como no asomarse a las ventanas o no dar cuerda a los muñecos de los niños.

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