Lo habrán leído hoy en EL CORREO. J. K. Rowling ha puesto en la red su serie de Harry Potter vendiendo directamente sus libros, sin intermediario alguno. Una iniciativa así ha sido posible porque en su momento la exitosa autora británica (muy bien asesorada, imagino) se reservó para sí misma los derechos de su obra en formato digital. El tirón de esta autora es tal que hasta Amazon enlaza con su web para que quienes entran en su portal para adquirir literatura, música y mil cosas más puedan también hacerse con cualquiera de los títulos de la serie.
Alguno de ustedes puede estar pensando que Rowling toma esta decisión cuando ha vendido casi 500 millones de ejemplares de su saga del niño mago y se ha hecho multimillonaria. Es cierto. Ha tardado bastante en poner en la red sus libros, pero no lo es menos que al hacerlo les da nueva vida. Porque quizá a estas alturas ya no queden muchos lectores dispuestos a pagar lo que cuestan en papel, tanto en la edición de pasta dura como en la de bolsillo. En cambio, a seis euros, que es su precio en digital, la cosa puede cambiar.
Hay un mercado para el libro en el ámbito digital, y negarlo es estar fuera del mundo. Todavía no es muy grande, sobre todo en España; aún no da a nadie para vivir (¿y cuántos viven de los libros en papel?) y carece, por el momento, del prestigio que sigue teniendo el libro de siempre. Es cierto. Lo dice alguien que sigue leyendo el 98% o más en papel, así que no soy un talibán del libro electrónico. Es más, estoy convencido de que durante muchísimo tiempo van a convivir ambos formatos, para alegría de quienes aprovechamos cualquier rato libre para coger un texto y devorar una historia. Pero el libro electrónico está cobrando impulso y labrándose un nicho de mercado. A poco que algunos autores de los que venden muchos centenares de miles (o mejor aún, millones) de ejemplares sigan el ejemplo de Rowling, su cuota de mercado va a crecer de forma espectacular. Y a ver qué dicen entonces quienes creen que no hay negocio en ello.
Fuente: el correo
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